Los caminos de Cristo

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Consejo metodológico***: meditación....

Nuestros textos han sido redactados auxiliándonos también de la contemplación de los pasajes bíblicos. No han de considerarse por tanto meramente informativos sino que se han escrito con el propósito de inspirar a la meditación de los capítulos evangélicos.

Los 37 capítulos siguen los pasos de los Evangelios y el Apocalipsis de Juan. Se recomienda no perder de vista esta secuencia, sirviéndose, entre otros medios, del Evangelio de Juan y del Apocalipsis.
El estudio bíblico, es decir, la atenta lectura de los textos, tanto desde el punto de vista filológico como referencial, es tan sólo uno de los métodos. Durante el estudio, los capítulos del texto, y no en menor medida Dios, pueden darnos un conocimiento más profundo.

La página web consta de un largo texto ininterrumpido, a cuyos capítulos también se puede acceder desde el índice. Para un estudio más profundo, se recomienda imprimir el texto *; según la configuración del browser y la impresora serán unas 120 páginas.
Quien, más allá de la simple lectura, esté interesado en seguir un método de trabajo integral (que incluya capas desatendidas del alma), puede, luego del estudio de un capítulo de estas concentradas reflexiones, leer el correspondiente capítulo, p. ej., del Evangelio de Juan, y meditar sobre él. (Juan o sus discípulos se ocuparon especialmente del más profundo significado espiritual de lo sucedido.)

Para ello, se dispone de varias posibilidades; en primer lugar, se han de tener en cuenta para ello ciertos prerrequisitos, como ocurre en cualquier clase de meditación: lo primero es liberar suficientemente la atención de las usuales distracciones y desarreglos o problemas, ya por medio del consciente ensimismamiento, ya del diálogo con otros, etc.; de modo que se logre recuperar un espíritu abierto. Tampoco debe sentirse cansancio o hambre, ni las agudas secuelas del alcohol o del tabaco, etc. Además, debe evitarse cualquier trastorno de la meditación por el teléfono o cualquier otro agente. El lugar debe resultar acogedor, no expuesto, p. ej., a aparatos emisores causantes de estrés (v.a la izquierda: biología de edificaciones). Quien disponga ya de experiencia, puede tal vez concentrarse incluso en medio de una animada plaza, pero, al principio, es conveniente no descuidar estas recomendaciones. Anteriormente, en una meditación sobre los Evangelios de esta clase, se recitaba a veces el texto lentamente y con los ojos cerrados (p. ej., rosicrucianos**). Para que la atención no se fijara en las palabras, sino en el contenido, el texto se aprendía previamente de memoria. Había también una variante en la que el texto se acompañaba de gestos eurrítmicos. También está la posibilidad de leer el texto y, entonces, con los ojos ya cerrados, dejar sentir sus efectos. De este modo, no se piensa de forma activa o, en cualquier caso, la propia reflexión meditativa sólo comienza acabado ya el pensamiento. De continuar los pensamientos, éstos, por su parte, serán tan sólo brevemente „contemplados" y no vueltos a pensar. Esto vale incluso para aquellos pensamientos emergentes que, ya aparentemente o en realidad, nada tienen que ver con la meditación. (Si se trata de planes externos, se puede, p. ej., tomar nota de ellos, demorarlos de forma activa, de modo que el espíritu recobre su libertad). Si es posible, se anotarán posteriormente los acontecimientos importantes ocurridos durante la meditación, de forma que resulte más fácil rastrear la propia evolución. La reflexión puede abocar a una mayor profundización de la conciencia, algo que, sin embargo, no siempre ocurre (contemplación, meditación).
Adicionalmente, puede resultar de ayuda tener preparado un bloc de notas en el que apuntar palabras clave en el momento en que despertamos. Por un lado, esto ayuda especialmente a conservar la memoria de los sueños; por otro, gracias a esos apuntes sobre los sueños, puede seguirse más fácilmente su evolución. El dibujo de los símbolos oníricos durante el día contribuye, por lo demás, a fortalecer esta apertura. Puede ir pareciendo cada vez más claro que no todos los sueños pueden remitirse a experiencias diarias y a su elaboración psíquica, sino que en ellos tiene lugar algo que, aunque de otra forma, tan importante es como el día mismo.
No se trata ya de ocultos rituales, sino sencillamente de que se conceda tiempo al alma para abrirse a los contenidos, más precisamente, a Dios, en lugar de poner los contenidos a exclusiva disposición del intelecto, al cual nada hay que reprocharle, pero que de ningún modo basta para alcanzar la comprensión. Con el tiempo, todas las capas del hombre, su voluntad incluso, pero también su cuerpo, pueden quedar afectadas por ello y llegar a transformarse. Sólo después de la irrupción de, p. ej., nuevas percataciones, o, durante la meditación, de imágenes simbólicas correspondientes, o de sueños relacionados con ello, o de ciertos desarrollos en la vida, puede acogerse, ya favorablemente, en el interior, aquello que, del capítulo, debe colegirse. Sólo entonces puede continuar avanzándose, tanto más cuando la necesidad ya existe. Para ello, puede resultar necesario vivir durante una semana, o mejor, durante un mes, con un único capítulo. No es preciso, en cambio, haber ya asimilado en un 100% el contenido, pues estos pasos no son por completo independientes los unos de los otros. Dios hace tener a cada uno su vivencia sólo cuando Él (Dios) quiere; si bien la meditación puede también invocar poderosamente este „momento de iluminación", no lo puede forzar. No obstante, ninguna teología ni doctrina puede, por sí sola, reemplazar esta experiencia interior, cuyo resultado es una asimilación real, y no una teoría gris.
Más allá de las posibilidades de una meditación de este tipo, hay tantos caminos conducentes al mismo fin como personas.

Otras formas de meditación en el contexto cristiano.

Mientras que una forma de meditación como la arriba indicada, por su contenido, a la vez específicamente cristiana, desgraciadamente rara vez se ofrece hoy dentro del recinto de la iglesia, en locales especiales de asamblea religiosa o similares se ofrecen cada vez más a menudo otras formas de meditación. Pues los hombres buscan, con razón, vivencias. Durante siglos las iglesias, sencillamente, han soterrado en gran medida su propia tradición espiritual y, por ende, también meditativa, y deben ahora, en primer lugar, tratar de recuperarla. De aquí que, a modo de restitución, comenzaran en primer lugar, p. ej., por adaptar formas de meditación budistas (como el zen, una sencilla meditación en silencio) conectándolas con una guía cristiana o neutral. O se emplearon en silencio imágenes, o pinturas, o expresiones concretas de la Biblia o de místicos cristianos. Una práctica, p. ej., aún viva entre los monjes grecoortodoxos del monte Athos, en la que se repite el "kyrie eleison" (Señor, ten piedad), se recoge junto a otras en nuestro texto principal, capítulo "El silencio en el desierto". También los cánticos pueden adoptar un carácter contemplativo y meditativo. Por lo general, lo más sencillo sería lo más efectivo: si tan sólo las iglesias dieran buen ejemplo de ello, y se hiciera el silencio con frecuencia en los servicios religiosos, p. ej., antes de la oración, durante la misma, después de la misma - waiting for feeling some answer -, tras el sermón, durante el consejo pastoral, etc. De este modo, este elemento meditativo no resultaría algo aislado, sino que podría experimentarse directamente todo su valor en su propio contexto. Puestos en práctica estos preparativos para la acción de Dios, cualquier vida puede adoptar un carácter meditativo, algo que, en nuestro ajetreado tiempo, encuentra muchos obstáculos. En todo caso, resultaría absurdo y propio de un enorme desconocimiento catalogar de forma indiferenciada cualquier clase de meditación como "no cristiana", sólo porque algunas formas de meditación practicadas por grupos no cristianos sean más conocidas que las cristianas.

Incluso aquellos que, a la búsqueda de experiencias interiores se han dado al inservible y peligroso camino de las drogas, podrían, en lugar de eso, encontrar una vida plena gracias a la meditación.

*... El estudio concentrado de los textos impresos evita aquellas consecuencias imputadas por investigadores independientes al consumo excesivo de productos de Internet y "Multitasking" (realizar varias actividades simultáneamente). PDF

** como en la escuela de los rosacruces "Universitas Esoterica" de Berlín (Wolfgang Wegener), que existió hasta 1984.

*** Una (profunda) comprensión de estas páginas presupone la observación de su auto-comprensión intrínseca así como demás métodos adicionales pertinentes (véase más arriba). Semejante postura en el estudio de los textos se considera incluso en la filosofía, etc., como un principio general para el trabajo serio ("Principle of Charity", Donald Davidson, "On the Very Idea of Having a Conceptual Scheme", in "Proceedings and Adresses of the American Philosophical Association", vol.47, 1973-1974, pág. 19.)

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